En un ataque dirigido, un atacante consiguió acceder y sustraer más de 30GB de información confidencial sobre aviones militares y buques de la armada. El ataque fue posible gracias a una subcontratista con una seguridad débil, accediendo a los servidores de Defensa, así como a los mensajes de correo electrónico.
La investigación de lo ocurrido ha dado lugar a conocer que el ataque se produjo a través de una firma de ingeniería subcontratada, la cual contaba con una sola persona para el trabajo de mantenimiento de sistemas y seguridad.
Entre la información robada se encuentran datos sobre los programas aéreos F-35, P-8 Poseidon y C-130, así como de los buques de guerra HMAS Canberra y HMAS Adelaide.