EEUU se prepara para adoptar un cambio de paradigma. Será un nuevo escenario porque todo cambiará, empezando por la manera de entender las comunicaciones y siguiendo por las (nuevas) relaciones que se establezcan entre usuarios y proveedores de Internet.
Donald Trump cuenta con mayoría republicana allí, por lo que es previsible que la nueva norma sea aprobada con el apoyo de dos tercios de la Cámara de Representantes. «Si se revocan las leyes de neutralidad de Red en EEUU (…) los proveedores de Internet (…) podrían decidir qué empresas tendrán éxito en Internet, qué voces son oídas y cuáles son silenciadas», escribe en Tim Berners-Lee, uno de los considerados padres de la World Wide Web.
La neutralidad de la Red es el principio que impide que Internet se convierta en un negocio. Es la barrera que evita que los proveedores de Internet (habitualmente conocidos como ISPs o Internet Service Providers) se enriquezcan modificando la calidad de los accesos, su disponibilidad o la velocidad. En definitiva, es la ley no escrita que obliga a estos proveedores a tratar todo el tráfico por igual, independientemente de donde venga.
¿Cuáles serán las consecuencias?
Serán muchas, pero las más importantes afectarán directamente a la forma de navegar en Internet de los usuarios estadounidenses. En primer lugar, los grandes proveedores de telecomunicaciones de los EEUU, entre los que se encuentran Comcast, Verizon y AT&T podrán bloquear contenido, ralentizar servicios y establecer un Internet de dos velocidades.
En el paquete de medidas se incluye la más que previsible prohibición de BitTorrent, el programa para descargar archivos a través de P2P (peer to peer).
Y de la misma forma que un ISP podrá optar por cerrar o abrir más el ancho de banda, también podría crear un Internet de dos velocidades. Uno para los ricos y otro para los pobres, uno con autopistas de peaje y otro con carreteras comarcales, donde las grandes empresas fueran tratadas mejor por el simple hecho de ser multinacionales prestigiosas, en pos de las pequeñas con no tantos medios ni recursos a su disposición para pagar un Internet «premium».
¿Cómo nos afecta en España?
Una consecuencia son los llamados servicios de zero rating, donde el proveedor de Internet ofrece un «paquete» con un coste muy por debajo del mercado, segmentando así su oferta y a sus usuarios, que en función del servicio que quieran (o que puedan pagar) disfrutan de una u otra cosa. Es lo mismo que Vodafone anunció este verano a través de sus «pases», en los que oferta un pack de servicios determinado en base a los gustos del usuario. El problema llega cuando se están primando unos servicios sobre otros en función del pase escogido, se cobra más al elegir una oferta con contenidos HD o la misma empresa acota qué entra en cada categoría.
A pesar de que España, al considerarse parte de la Unión Europea, está sometida a una legislación diferente, grandes cantidades de tráfico se intercambian diariamente con proveedores estadounidenses. Por poner un ejemplo, Adobe, Pepsi y Unilever fueron multadas en julio del año pasado al ser cazadas transfiriendo ilegalmente nuestros datos con EEUU.
El Internet que conocemos ya no volverá a ser el mismo. Al menos siempre nos quedará ese magnífico texto de Martin Niemöller que empieza diciendo eso de «primero vinieron a por los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista…».
Fuente: El Diario