Espiados por nuestra propia webcam

La utilidad de la webcam es indiscutible y es del todo recomendable disponer de ella por las ventajas que nos aporta.

Por tan solo 30 dólares podemos adquirir un software o una app que puede hackear webcams, estas aplicaciones exploran la red de internet en busca de cámaras conectadas.

Debemos reconocer que las webcams tienen grades fallos de seguridad, entre ellos unos passwords por defecto, passwords muy fáciles o vulnerabilidades no solucionadas o que no pueden solucionarse, etc.

Es muy fácil grabar en nuestro ordenador las imágenes que otro ordenador nos ofrece a través de su webcam. Hay programas gratuitos y sencillos de encontrar e instalar que lo permiten. Por tanto, pensemos que nuestras imágenes que lanzamos a Internet pueden ser grabadas por cualquiera, no es necesario ser ningún técnico en informática para hacerlo.

Luego con esas imágenes grabadas se realizan intercambios con otros hackers, o incluso son vendidas a páginas que por una cantidad ridícula pueden ponernos en evidencia frente a muchas personas, o seamos víctimas de una “Sextorsión”, por ejemplo por unas imágenes en una habitación de hotel para parejas se pagan 10 dólares.

El problema viene cuando se hace un mal uso de esta herramienta, especialmente cuando lo hace un menor de edad.

La información que es capaz de dar una cámara es enorme, a veces unos pocos segundos bastan para transmitir información de lo más comprometedora, y pensemos que además la persona que la recibe puede grabarla.

Lo más importante es que tengamos presente que, una cámara es un lugar por el que otra persona te puede ver, de modo que si tienes una cámara mirando hacia lugares íntimos, o bien te aseguras de que está protegida o haz como los expertos en seguridad que la tapan desde hace años.

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