Resumo a continuación lo más destacable acerca del comunicado que la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España ha publicado recientemente:
Según
destacan en el comunicado las “criptomonedas” no están respaldadas por un banco
central u otras autoridades públicas, aunque se presentan en ocasiones como
alternativa al dinero de curso legal, si bien tienen características muy
diferentes:
- No es
obligatorio aceptarlas como medio de pago de deudas u otras obligaciones. - Su
circulación es muy limitada. - Su
valor oscila fuertemente, por lo que no pueden considerarse un buen
depósito de valor ni una unidad de cuenta estable.
El debate
sobre este tipo de activos ha acaparado, en los últimos meses, gran atención de
los medios y del público en general fundamentalmente por dos razones. La
primera es que han experimentado fuertes revalorizaciones que reflejan patrones
propios de burbujas especulativas, acompañadas de variaciones extremas en sus
precios. A título de ejemplo, el valor medio del bitcoin en las principales
plataformas en las que se negocia (no reguladas) se incrementó en 2017 pasando
de aproximadamente 850 euros por unidad a comienzos de año a más de 16.000
euros a mediados de diciembre.
Desde entonces,
la tendencia ha sido descendente, con caídas en un solo día de hasta un 20%. A
5 de febrero su precio se situaba por debajo de 5.500 euros, lo que supone una
caída de más del 65% desde los máximos de diciembre. Una persona que hubiera
comprado bitcoins a finales de 2017 y los vendiera hoy sufriría pérdidas muy
notables.
La CNMV y el Banco de España advierten que, hasta la fecha, ninguna
emisión de “criptomoneda” ni ninguna ICO ha sido registrada, autorizada o
verificada por ningún organismo supervisor en España. Esto implica que no
existen “criptomonedas” ni “tokens” emitidos en ICOs cuya adquisición o
tenencia en España pueda beneficiarse de ninguna de las garantías o
protecciones previstas en la normativa relativa a productos bancarios o de
inversión.
Las “criptomonedas” carecen de valor intrínseco, convirtiéndose en
inversiones altamente especulativas. Asimismo, su fuerte dependencia de
tecnologías poco consolidadas no excluye la posibilidad de fallos operativos y
amenazas cibernéticas que podrían suponer indisponibilidad temporal o, en casos
extremos, pérdida total de las cantidades invertidas…